miércoles, 17 de junio de 2009

A mi Manera


Porque no le gusta la frase ‘la España grandiosa’, el Presidente Evo Morales sugirió, casi en tono inapelable, cambiar la letra del himno cruceño. No es la primera vez que se manifiesta la disensión presidencial sobre la materia pues similares dardos disparó el Jefe de Estado a mediados del año pasado. Esta vez ocurrió durante la entrega de títulos de tierras a campesinos en el norte de Santa Cruz. En dicho acto, sin que venga al caso y sin base histórica alguna y peor sin mucho pensarlo, Morales dijo haber escuchado ‘algo que no me gustó’ antes de lanzar su cuestionamiento y deslizar la sugerencia de cambiar el mensaje de algunos himnos porque Bolivia está en una ‘etapa de liberación’. En la misma línea del mandatario, uno de sus ministros se refirió a la necesidad de ocuparse de la letra de todos los himnos departamentales y no sólo del nuestro sencillamente porque en el flamante ‘Estado Plurinacional’ soplan incontenibles los tiempos de cambio y hay que modificarlo todo. Ya se viene, a propósito, la revisión de la historia nacional y de los textos de enseñanza.Volviendo al himno cruceño, una reconocida historiadora, con amplio dominio de lo que se trata, corrigió a S.E. en su interpretación ligera respecto de la letra y el sentido de nuestro himno departamental.‘Redención es liberación. ¿Cuál es el signo de la redención?, la Santa Cruz, por eso esta ciudad se llama así’, dijo la historiadora, a tiempo de señalar que el Presidente Evo debería empezar a pedir el cambio de nombre de las ciudades, que no le gusta.A Morales, ahora a regañadientes con la letra del himno cruceño, parece incordiarle todo lo que huela a esta región que, por lo que trasciende, tiene clavada entre ojos y con la que muy rara vez ha tenido un gesto de simpatía, una referencia cordial, una actitud conciliadora o cuando menos respetuosa Mas, por el contrario, lo que lo motiva son sus desafectos gratuitos e indisimulables contra lo cruceño.Santa Cruz siente así que, de una y otra manera, le quieren hacer pagar una supuestamente muy gruesa factura histórica de hace 500 años, de la que sólo con mezquindad y ánimo prevenido, puede pensarse que lastima a alguien o atenta contra principios que conciernen a la dignidad inapelable de hombres o a la integridad sacramentada de la patria.Mucha dosis, sencillamente excesiva, aquella con la que se pretende que cantemos al son que nos tocan.

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