miércoles, 14 de julio de 2010

Con Licencia para Matar

La ciudadanía debe todavía encontrarse estupefacta, ante la evidencia incontrastable de que policías torturaron hasta quitarle la vida a un ciudadano sindicado de haberse involucrado en un asalto en la ciudad de La Paz. Las pruebas contra ese señor eran sus antecedentes delictivos y al parecer nada más.
La estupefacción puede pasar al temor, ya que no estamos hablando de delincuentes que utilizan métodos violentos para cometer sus fechorías, sino de personas a quienes las leyes les encargan la seguridad de la población, debiendo cumplir por ello con su consigna de “lucha contra el mal, por el bien de todos”.
Es posible que el torturado haya sido parte de la banda de asaltantes, pero ello no ameritaba la Ley del Talión, aplicándosele el mismo daño recibido por el policía muerto durante el acto delincuencial. Sin embargo, esa acción es propia de las sociedades bárbaras, no estando Bolivia inscrita en la lista de tales, aunque aparecen de tanto en tanto ciertos grupos sociales actuando de esa manera.
Ese accionar policial no es por vez primera para ser considerado un accidente, sino que existen antecedentes de excesiva violencia que concluyen en derramamiento de sangre y ello no puede justificarse de ninguna manera o tomar carta de ciudadanía. Hace tiempo también ocurrió en nuestra ciudad el acribillamiento de un grupo de personas tildadas de estar en la práctica de actividades ilícitas y hasta el momento la justicia no sanciona a los responsables.
También es bueno recordar el episodio violento donde se vieron involucrados periodistas de una red de televisión, que igualmente hasta la fecha no fueron encontrados los responsables.
Con todos esos antecedentes se demuestra que la Policía Nacional todavía utiliza los métodos propios de la dictadura, donde no se respetaba en lo más mínimo los derechos humanos de las personas y donde era común sonsacar información o una declaración a base de golpes y toques eléctricos, por no decir a punta de patadas y puñetes que le rompían hasta el alma al detenido en celdas policiales.
Esa dura constatación es todavía más terrorífica, cuando como en el caso que nos ocupa, incluso la representante del Ministerio Público avaló el informe de “muerte súbita” del detenido, cayendo en la criminal complicidad con quienes cometieron tan execrable acción, ya que antes de emitir tal opinión debió verificar esos extremos.
Necesariamente deberá llegar el mentado slogan de “proceso de cambio” a la Policía Nacional, donde se haga entender a los violentos uniformados que el “método coercitivo” de la tortura no se utiliza en las sociedades civilizadas, porque estarían incurriendo en delito y finalmente no se sabrá quién es más delincuente.
Sus autoridades tienen la responsabilidad de hacernos creer lo contrario, seguramente aduciendo que fue un hecho aislado lo ocurrido en celdas policiales paceñas, pero necesariamente deben dar muestras claras de eso, ya que en la colectividad se está creyendo que los policías tienen incluso licencia para matar.

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