jueves, 16 de julio de 2009

El Bicentenario de Evo Morales


Cuando Evo Morales celebró su propio Bicentenario, el 25 de mayo, en una provincia del departamento de Chuquisaca, parecía que lo estaba haciendo en un país distinto al que festejaba en Sucre, donde estaba representada gran parte de Bolivia. Ahora que celebra el Bicentenario de La Paz, quiere mostrar que esa es toda Bolivia y que el país comienza y termina donde a él le conviene. Estos actos han sido tal vez los gestos más claros de la visión excluyente con la que está conduciendo Evo Morales al país. Y no se trata de reclamar por no haber recibido la invitación a una fiesta, porque más allá de ofender o desairar, el Presidente distorsiona la realidad boliviana, manipula la historia y sobre todo, sigue cavando en el abismo que cada día nos divide más a los habitantes de esto que, tal vez por eso, nunca llegue a ser una sola nación como la que soñaron los libertadores.El Bicentenario paceño ha sido la ocasión para tratar de consolidar un paradigma que se originó con la mentira de que el 70 por ciento o más de los bolivianos son indígenas. Ahora Evo Morales quiere sostener que también los libertadores fueron sólo los originarios, eliminando de un plumazo a la América criolla que fue la gran protagonista de las luchas independentistas. Entre 1809 y 1825, los criollos (no todos, por supuesto) no sólo dieron muestras de su verdadera convicción emancipadora, sino que lo hicieron en el marco de una mística integradora que unió naciones, pueblos y etnias, desde México hasta Tierra del Fuego. Todo eso se transformó en un sueño que lo visualizó justamente Simón Bolívar, alguien que seguramente se sentiría traicionado por la forma en que líderes como Evo Morales, intentan construir países con pueblos atrincherados, intentando destruirse unos a otros.Si los criollos que tomaron la posta de los héroes de la independencia perdieron el rumbo y se convirtieron en los nuevos “monarcas” de las nacientes repúblicas, ese no puede ser el punto de partida para iniciar “el cambio” que tanto se pregona y que no es más que un acto de revanchismo, que es lo que en definitiva está encarando la dizque revolución cultural y descolonizadora.¿Qué va a construir Evo Morales atrincherándose en La Paz, en el Chapare o en San Julián? Seguramente una hegemonía plebiscitaria como la que ya ha conseguido, pero por ese sendero nunca logrará la unidad de los bolivianos, el gran reto de cualquier estadista que se precie de serlo. Y los paceños, aquellos que siempre aspiraron a construir la nación boliviana desde las faldas del Illimani, no deberían sentirse orgullosos por la adulonería que prodiga el aspirante a autócrata, pues lo menos que acaba de hacer es convertir al Bicentenario en su propia jarana electoral y de a poco, hacer que La Paz adquiera la identidad de una región más del país que pelea por lo suyo, en este caso, por sostener al régimen.Qué gran oportunidad la que se ha perdido este año. Qué forma de dilapidar las posibilidades de edificar un país que identifique a todos; de escribir una nueva historia que nos ayude a evitar que Bolivia incurra en los mismos errores que nos han extraviado por más de 180 años. Qué manera de dividir.
El Bicentenario es la mejor muestra de la Bolivia excluyente que está forjando Evo Morales, quien sigue cavando en los abismos de la división.

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